Cuando pensamos en conceptos como la “realidad aumentada”, a menudo tendemos a considerarlos como algo relativamente alejado de lo cotidiano.
El principio básico de la realidad aumentada es bastante sencillo: utilizar el mundo real como punto de partida y ampliar algunos aspectos añadiendo uno o varios overlays, es decir, nuevos niveles de comunicación con datos adicionales, necesarios para proporcionar nueva información al usuario. Para ello, es necesario disponer de un equipo de hardware compuesto por una o varias cámaras, una pantalla (o dispositivos portátiles específicos, por ejemplo, gafas), un procesador central (CPU) y un procesador gráfico (GPU).
¿Cuál es su utilidad? Ofrecer un valor añadido a la realidad, apoyándola con una mejor información no solo en términos de cantidad sino también de calidad. El desarrollo más deseable de la realidad aumentada es enriquecer la experiencia real del usuario solo cuando realmente lo necesita.
A partir de ahí, se comprende todo el potencial de la realidad aumentada, un potencial aún parcialmente inexplotado en el mundo del entretenimiento, contrariamente a lo que sucede en el sector industrial, con menos proyección mediática, pero con beneficios más “tangibles”.
Los sistemas de realidad aumentada pueden aportar beneficios diversos a los sectores productivos industriales. De hecho, entre las numerosas posibilidades que ofrece la RA, está la de intervenir para evitar que se produzcan fallos de hardware. La ausencia de averías permite a los fabricantes reducir los tiempos de inactividad no planificados y, por tanto, los costes de funcionamiento y mantenimiento.
Según una investigación realizada por PWC (Digital Factories 2020 Shaping the future of manufacturing), tecnologías como el mantenimiento predictivo realizado en realidad aumentada permitirán al 98% de las empresas aumentar su eficiencia.
La difusión de la realidad aumentada está estrechamente relacionada con la afirmación del concepto de Industria 4.0, un paradigma que Picchi ha adoptado no solo con respecto a la digitalización y la conexión de todas las máquinas presentes en sus plantas de producción, sino también en lo que se refiere a la parte de “operaciones”.
En efecto, la utilización de distintos elementos de realidad aumentada permite hacer más eficaz el diseño y el desarrollo de un nuevo producto, retrasando en particular la necesidad de construir un prototipo físico. Por el contrario, sin olvidar su importancia en los procesos de formación y de asistencia a distancia, tecnologías como las gafas inteligentes dan lo mejor de sí durante la producción y el montaje.
